Cerbero
Cerbero era un perro monstruoso encargado de guardar las puertas del Averno (ver Hades). Parece que había sido concebido por los monstruos Tifón y Equidna, y se creía que era hermano de la Hidra y de la Quimera, criaturas tan terroríficas como él (ver Heracles y Belerofonte). Cerbero tenía tres cabezas, si bien según algunas fuentes podría tener muchas más. Su cola era una serpiente y sobre su lomo se extendía una crin hecha con cabezas de serpiente. Su aliento y su saliva eran muy peligrosos y, al igual que Medusa, su mirada podía convertir a cualquiera en piedra.
Hades, el dios del mundo de los muertos, tenía a este perro para evitar que las almas huyesen de su reino. Cerbero también evitaba que entrasen los vivos. Uno de los Doce Trabajos de Heracles fue llevarse al perro de las puertas del Averno. Hades tuvo que aceptar, pero puso como condición que el héroe no utilizase ningún arma, para lo cual uso sus propias manos y se lo llevó a su patrón Euristeo, tras lo cual lo devolvió a su lugar entre los muertos.
12. LA CAPTURA DE CERBERO
La última y más difícil tarea de Heracles le llevó más allá del mundo de los vivos. Euristeo quiso que le llevase a Cerbero, el perro de Hades que guardaba la puerta del Averno. Su objetivo era deshacerse del héroe para siempre (ver Cerbero y Hades). Antes de emprender el viaje, acudió a los Misterios Eleusianos, ceremonia secreta en honor de Deméter y Perséfone (ver Deméter) en la que expió pecados como la matanza de centauros, condición sin la cual no podía entrar en el Averno.
Heracles comenzó el descenso al mundo de los muertos en el cabo Tenaro, en el punto más meridional del Peloponeso. Atenea y Hermes, guía de los muertos en su último viaje, le acompañaron. El barquero Caronte tenía miedo de Hércules y le llevó a través de la laguna Estigia sin protestar, acto por el que posteriormente Hades le castigaría.
En el Averno, Heracles se encontró con muchas almas, como la de Teseo, cuya salida de este mundo negoció él mismo, la repulsiva Medusa y Meleagro, uno de los Argonautas y asesino del jabalí Calidonio (ver Atalanta y Moiras, Las). Heracles quedó tan impresionado con la historia de su muerte que le prometió casarse con su hermana Deianeira. Después siguió su viaje por el mundo de la oscuridad y, tras degollar el ganado de Hades para que las almas pudiesen probar la sangre, Perséfone le pidió que tuviese más cuidado en adelante.
Al dios Hades no le gustaba la idea de que Heracles se llevase su perro y, según algunas versiones, se enfrentó al héroe y debió ser curado después en el Olimpo. En cualquier caso, finalmente tuvo que permitir que Cerbero se marchase con Heracles, siempre y cuando fuese capaz de controlarle con sus manos, cosa que hizo al instante agarrándole de sus tres gargantas y asiéndole con tal fuerza que el animal tuvo que dejarse llevar. Ovidio narró el viaje de Heracles y Cerbero de la siguiente manera: «… movido por la furia, llenaba el aire con sus ladridos, derramando espuma por su boca que contaminaba los verdes campos. Sobre la espuma se sentaron y allí se alimentaron recibiendo poderes dañinos; inmediatamente después brotó una planta venenosa sobre el suelo pedregoso a la que los agricultores llamaron “acónito”.
A la llegada a Micenas, Euristeo se escondió en su jarra, muerto de miedo tras ver al animal. Finalmente tuvo que liberar a Heracles y así pudo llevar a Cerbero de vuelta al Averno.